LA REINA MARGOT - 1994


 "¿Qué es la traición? La habilidad para dejarse llevar por los acontecimientos. Si no has entendido esto, no has entendido nada", dice la reina Catalina, ferviente católica y personaje de la película La reina Margot de 1994. Esta frase resume en parte la película: los personajes, la mayoría, son movidos a traición por ambiciones personales. Todo es falso en ese palacio francés, nada es seguro, no se puede confiar. Nadie puede mostrarse sinceramente ante nadie pues el mínimo secreto al descubierto termina cayendo en el binomio costo-beneficio en el que se mide la utilidad de alguien o algo para tal o cual fin a costa incluso de la vida misma no solo de una persona, sino de miles como se presenta en el retrato de la matanza del día de San Bartolomé, donde la facción católica mata a diestra y siniestra a protestantes, sus enemigos ideológicos. Esto es así, todo incierto y se puede hallar la muerte donde sea, hasta en un labial envenenado, con tal de sacarte del camino. Así que, ¿para qué correr riesgos? Mejor hacerse el desentendido y vivir lo que se pueda. 

Margot, la hija de Catalina, sabe de todo este enredado entre la gente de su palacio y es testigo de todas esas miles de víctimas que deja a su paso la ambición por el poder. Pero se la juega, rompe una de sus reglas y se enamora de un protestante. Amar es darles una víctima para que te destruyan, dice. Aún así decide probar, capaz logra que la dejen tranquila. En su intento termina alcanzándole, a ella y a su amante, la desgracia: acusan a su amado de envenenar al rey Carlos IX, hermano de Margot. Falsa acusación, el Rey lo sabe y aún así culpan al muchacho. Margot va donde su hermano que está agonizando producto del arsénico que ingirió y pide clemencia. Pero es tarde, le dice Carlos. Ella no lo entiende al principio, después cae en la cuenta. No llora, no dice nada, no le queda otra que resignarse, así es esto. Le queda la cabeza decapitada de su amante como prueba.


Para mí,  una metáfora del desengaño.

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